jueves, 20 de octubre de 2011

lunes, 3 de octubre de 2011

Condiciones en la repoblación del sur de Castilla la vieja (comunidades de villa y tierra)

La sociedad o el mundo en el que Baira se basa para recrear la sociedad castellana, es a finales del siglo XI, en la zona denominada como Villa y Tierra de Castilla. Toda esta zona fue conquistada y repoblada sucesivamente en diferentes oleadas de cristianos llegados desde diferentes partes de España y Europa. Atraídos en parte por las condiciones legales que en esas nuevas tierras existían. Y es que en toda la villa y tierra, no existió un régimen feudal, ni tan siquiera unos señoríos como se conocían en el norte de Castilla o León. La zona de villa y tierra de Castilla, gozó de un relativo régimen o estado de libertad para los campesinos único en toda la edad media hispánica. Fruto de la necesidad de los monarcas y nobles de defender unas tierras conquistadas a los musulmanes, y que tras su expulsión se vieron despobladas. Como consecuencia, y para evitar a toda consta una recuperación del territorio perdido por los moros, los reyes y nobles cristianos de la Gallaecia alto medieval (reinos de Castilla y León) ofrecieron bajo la ley de presura, los nuevos territorios a quien deseara repoblarlos. Esto provocó una inmigración de gentes llegadas desde Cantabria, Asturias, Galicia, Castilla norte y País Vasco, a la zona de villa y tierra.
Los nuevos colonos no fueron solo campesinos o ganaderos, igualmente obispos, nobles y caballeros, llegaron para buscar nuevas tierras en las que asentarse. La ley de la zona, dictaba que toda esa nueva tierra era un aura regia o realengo. Es decir, pertenecía al rey de Castilla y de León, Alfonso VI, y no a la nobleza. Pero a su vez, toda el nuevo territorio estaba gobernada por fueros, aprobados en concejos por sus nuevos habitantes. Fueros ante los cuales el propio rey de Castilla y león estaba obligado a respetar, así como los nobles dueños de los nuevos señoríos Esto, daba una sensación absoluta de una relativa libertad a los campesinos, y en parte fue ese el éxito de la repoblación de la zona. A cambio de ese régimen de semi propiedad entre el campesino y el rey, la monarquía y nobleza únicamente exigían al nuevo propietario que defendiera de los moros su tierra. Cosa que evidentemente hicieron gustosos, máxime cuando ellos mismos se sabían y sentían propietarios de una tierra que disfrutarían bajo leyes aprobadas por ellos mismos en concejos. Y que seguirían disfrutando sus familias, mujeres e hijos, si ellos faltaban en algún momento.